jueves, 16 de mayo de 2013

PLANIFICACIÓN LA ASIGNATURA PENDIENTE


Planificación, la asignatura pendiente ©(I.1.9)
El 60% de la pymes no realiza planificación económica a más de un año.
Se recomienda al empresario empezar por un plan a corto plazo
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Dentro de la Unión Europea los españoles manejamos mal la incertidumbre, nos da miedo la ambigüedad, la delegación de funciones, somos un tanto autocráticos, paternalistas y perdemos muchas horas manejando el tiempo. Por eso, frente al hecho que refleja un reciente estudio sobre una muestra importante de empresas catalanas, que sólo un 60% planifica a un año, precisamente en estos tiempos de cambio y turbulencia, la herramienta aconsejable es la elaboración del plan de empresa.
Este estudio reciente revela que el 60% de las empresas catalanas no realiza planificación económica ni estratégica, más allá del plazo de un año. No hace falta decir que las consecuencias de no elaborar ninguna planificación de empresa son negativas, y que esto hace que los resultados, la eficacia, se vea negativamente afectada.
Incertidumbre y tiempo
Según otro estudio llevado a cabo por un especialista holandés, sobre las actitudes de los distintos países de la Unión Europea en el tema de la planificación, resultamos encuadrados dentro del grupo de países que manejan mal la incertidumbre. Al parecer nos da miedo la ambigüedad, la delegación de funciones, por aquello de "más vale pájaro en mano que ciento volando". También resultamos un tanto autocráticos, paternalistas, perdemos muchas horas en el manejo del tiempo y si hacemos algún tipo de planificación es a corto plazo.
El motivo por el que no se ponen en marcha programas de planificación operativa y estratégica en el seno de las empresas medianas y pequeñas es debido a motivos culturales de los dueños de las mismas, que sienten cierto miedo a publicar, por escrito, sus planes de futuro. Probablemente el manejo del tiempo sea uno de nuestros peores males. Tendríamos que ser más ejecutivos y tomar decisiones. Habría que aprender a planificar a medio y largo plazo, sin renunciar a nuestros puntos fuertes de innovación y creatividad. A fin de cuentas sólo se trata de buscar eficacia. El resultado de esta situación es que quedamos en desventaja en competitividad frente a otras actitudes, como las centro europeas, nórdicas o anglosajonas. La cuestión que se plantea es cómo podríamos incorporar actitudes más convenientes sin renunciar a nuestro estilo cultural.
Empecemos por recordar lo que es un plan de empresa. Es un documento diseñado para planificar el curso de acción de una empresa en un periodo determinado, sin olvidar que también es una potente herramienta de control. Y aunque es verdad que casi ningún empresario prescinde realmente del desarrollo íntimo del Proceso de planificación, la mayoría no lo exterioriza ni lo formaliza. Las empresas se dejan llevar, quizá excesivamente, por el día a día y no desarrollan la capacidad de planificación económica más allá del período de un año. Esta actitud, condiciona negativamente la capacidad de competir de las empresas, ya que esto provoca lagunas en temas tan críticos como recursos humanos, atención al cliente y los procesos de planificación y control sobre factores de competitividad.
Es posible que, en algunos casos, la acción de planificación haya caído en cierto descrédito, debido a la turbulencia del entorno y la consiguiente producción de fenómenos singulares que modifican la configuración del pasado y que, por tanto, no pueden ser planificados. Pero habría que recordar lo que dicen los marinos: "Cuanto más arrecia el temporal más falta hace la brújula". Lo que sí han cambiado han sido los métodos. No se trata de usar recetas o fórmulas, sino de enfoques apropiados a cada caso.
La planificación operativa es la manera de hacer factible la formulación estratégica, pasar del dicho, al hecho. Es la llave para conseguir que se hagan las cosas a todos los niveles de la organización. Es una herramienta para crear unidad de doctrina y comunicar, a la organización, lo que hay que hacer. Es la base de control de gestión.
Por la naturaleza de su trabajo, los empresarios tienden a ser más ejecutivos que redactores de propuestas. Por esto, resulta difícil la tarea de preparar y redactar un plan de empresas. Para aquellos que hasta ahora no se hayan decidido a utilizar esta herramienta de gestión, les animo a que empiecen adoptando un modelo sencillo de plan de empresa, con el que vayan viendo y analizando las cuestiones clave de su negocio para preparar el plan. Empezar con un plan a corto plazo, operativo, de modo que se adquiera la experiencia necesaria para luego llegar a preparar planes estratégicos a medio y corto plazo. El sólo echo de preparar y escribir dicho plan a corto, forzará al empresario a examinar cuidadosamente cada elemento del proyecto.
Culturalmente hay que vencer la mala conciencia del “plan”, que todavía significa para muchos enmendarle la plana al destino, renunciar a la improvisación, decidir sobre la marcha, una especie de totalitarismo, ponerle puerta al campo o incluso renunciar a la libertad. Las razones de la planificación debemos buscarlas en los motivos que tengamos para enfocar el futuro que sea compatible con nuestras potencialidades. A fin de cuentas, como el resto de nuestra vida va a desarrollarse en el futuro, deberemos intentar estar seguros que qué tipo de futuro va a ser. Para ello no necesitamos profecías que son siempre, en el mundo de los negocios, menos importantes que la atención y la agilidad. Las cosas suceden de repente sólo para quienes no han prestado suficiente atención a su entorno.

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