jueves, 16 de mayo de 2013

EL PASADO Y EL FUTURO TIENEN DISTINTOS PAPELES 3/3


Desde el determinismo y la reversibilidad a la probabilidad/posibilidad
Como hemos recordado más arriba, tradicionalmente las leyes de la ciencia estaban asociadas al determinismo y a la reversibilidad del tiempo. En los sistemas inestables las leyes de la naturaleza se tornan fundamentalmente como probabilistas. Pero entendido como lo posible, y no por lo que es cierto. Esto resulta especialmente palpable en los primeros momentos del universo. En ese momento el universo se puede comparar con un niño que acaba de nacer y podría llegar a ser arquitecto, músico o empleado de banca, pero no puede llegar a serlo todo a la vez. Evidentemente, la ley probabilista contiene fluctuaciones e incluso bifurcaciones.
La idea central de la obra de Einstein fue acceder a una descripción geométrica de la física. En cambio, los actos intelectuales están asociados al pensamiento, y este no se puede separar de la distinción entre un antes y un después, es decir de la flecha del tiempo. Si la descripción fundamental se hiciese en términos de leyes dinámicas estables, no tendríamos entropía (el desorden y su medida), pero tampoco coherencia, debido al no equilibrio; ni posibilidad de hablar de estructuras biológicas, y por lo tanto tendríamos un universo del que estaría excluido el hombre.
El estrecho vínculo entre irreversibilidad y complejidad: la evidencia de la flecha del tiempo
Recientemente se ha publicado un libro muy interesante de un físico matemático eminente, Roger PenroseLa nueva mente del emperador (Mondadori, Madrid, 1991). En dicho libro se puede leer: “...nuestra actual falta de comprensión de las leyes fundamentales de la física nos impiden entender el concepto de mente en términos físicos y lógicos.” Dado que para nosotros lo que caracteriza el pensamiento es la coherencia y la creatividad, no hay lugar para el pensamiento en la imagen que daba la física del universo.
Penrose cree que para incluir estas propiedades en el mundo físico, tenemos que dirigir nuestra atención hacia los agujeros negros y la cosmología. Los agujeros negros son esos objetos extraños que atraen irreversiblemente la materia gracias a un campo gravitatorio intenso. Comprobamos que a nuestro alrededor existen objetos que obedecen a leyes clásicas deterministas reversibles, pero estos objetos corresponden a casos simples, casi excepcionales como el movimiento planetario de dos cuerpos.
Pero, por otra, parte tenemos los objetos a los que se aplica el segundo principio de la termodinámica, que constituyen la inmensa mayoría. Por eso hoy tenemos que hacer una distinción cosmológica entre estos dos tipos de situaciones: la distinción entre estabilidad, por un lado, e inestabilidad y caos por otro. De este modo se puede llegar a percibir que existe un estrecho vínculo entre irreversibilidad y complejidad. Cuanto más nos elevamos en los niveles de complejidad, es decir la química, la vida, el cerebro o el entorno en el análisis estratégico empresarial, más evidente es la flecha del tiempo, lo que corresponde al papel constructivo del tiempo, tan evidente en las estructuras disipativas comentadas más arriba.
La creatividad de la naturaleza y la flecha del tiempo
En todos los ámbitos se puede apreciar como la ciencia está teniendo ahora un papel fundamental en nuestra cultura. Sin embargo, nuestra reacción ante esta ciencia no es uniforme. A continuación se cita un texto de Ilya Prigogine publicado en el año 1974, con ocasión de unos coloquios de la UNESCO, cuyo título era: La ciencia y la diversidad de las culturas, y que por su importancia transcribo, tal cual, sin interpretación o comentarios:
“Desde hace más de un siglo, el sector de la actividad científica ha crecido tanto en el espacio cultural, que parece como si sustituyera al conjunto de la cultura. Para algunos esto es sólo una ilusión producida por la velocidad de este crecimiento, y las líneas de fuerza de esta cultura no tardarán en surgir de nuevo para tomar las riendas al servicio del hombre. Para otros, el triunfo reciente de la ciencia le otorga el derecho de regentar el conjunto de la cultura, lo que sólo merecería este título en la medida en que se dejara difundir a través del aparato científico. Por último, hay quienes asustados por la manipulación a la que están expuestos el hombre y las sociedades si caen bajo el poder de la ciencia, ven perfilarse en esto el espectro del fracaso cultural. El desarrollo científico desemboca en una verdadera elección metafísica, trágica y abstracta: el hombre tiene que elegir (por una parte) entre la tentación tranquilizadora, pero irracional, de buscar en la naturaleza la garantía de los valores humanos, la manifestación de una pertenencia esencial, y(por otra) la fidelidad a una racionalidad que le deja solo en un mundo mudo y estúpido.
Según Einstein, el representante más ilustre de la ciencia clásica, para llegar a la armonía de lo eterno habría que ir más allá del mundo sensible. El triunfo de la ciencia estaría relacionado con la demostración de que nuestra vida (inseparable del tiempo), sólo es una ilusión. Según Prigogine, esto es un concepto grandioso, pero también profundamente pesimista: “La eternidad no conoce sucesos, pero ¿cómo disociamos la eternidad de la muerte?”
El libro comentado de Prigogine es una reflexiona profunda y compleja que, no obstante, no nos debe impedir beneficiarnos del mensaje que nos ofrece es optimista. Como el mismo manifiesta “la ciencia empieza a ser capaz de describir la creatividad de la naturaleza, y hoy el tiempo ya no habla de soledad, sino de alianza entre el hombre y la naturaleza descrita por él.”

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