Es un error no darse cuenta que las encuestas son un género muy expuesto a factores de indeterminación distintos de los técnico estadísticos dominantes
Sí
las encuestas se habían demostrado sólidas hasta la fecha, a la vista de lo
ocurrido después del 3M, parece que habría que reflexionar sobre su utilización
e interpretación ¿Para que sirven las encuestas? Una encuesta es una pesquisa,
un acopio de datos obtenidos mediante consulta, referente a estados de opinión.
Sin embargo, da la impresión de que se ha transformado (¿o deformado?) hasta el punto de convertirse en
superstición.
Los
movimientos electorales hoy son más dinámicos. Contando con la influencia que
de hecho hoy tienen los medios de comunicación como fuerzas conductoras,
palían, cuando no anulan, la formación política, especialmente en aquellos
casos en los que las ideologías pierden entidad. Por esta razón, algunos
expertos proponen una revisión de los modelos al uso, ya que el voto de los
ciudadanos, en las democracias occidentales, antes muy determinado por el
pasado, su profesión, residencia o clase social, hacía posible “controlar” la
profecía. Ahora, el voto es más libre, más móvil y más impredecible, viendo en
ello, según algunos, el desmantelamiento
de los viejos instrumentos de la política de masas. Lo que hace pensar que es
un error no darse cuenta que las encuestas son un género muy expuesto a
factores de indeterminación distintos de los técnico - estadísticos dominantes,
al parecer, en las instituciones dedicadas a este menester.
PREGUNTAS
A PROPÓSITO
Ante
esta situación surgen una serie de preguntas a propósito del papel que cabe
asignarle a las encuestas: ¿Acaso su función es la de hacer vaticinios? ¿Están
en condiciones de acertar? ¿Es correcto esperar que las encuestas sean precisas
y fiables? ¿Son las encuestas electorales un subgénero con intenciones
descriptivas y predictivas? El caso es que los explicaciones o justificaciones
manifestadas por los involucrados en el fracaso de las encuestas reflejan, con
sorpresa, una cierta involución frente a la cultura hoy asumida en amplios
sectores de las ciencias sociales, incluso (o especialmente) en el campo de la
dirección de empresas o management, ámbito desde el que me manifiesto como
observador.
Los
problemas que hoy plantea nuestro mundo no admiten el análisis tradicional.
Resulta imposible descubrir el camino que nos lleve a encontrar la certeza
frente a una decisión con incertidumbres. Estamos ante un profundo dilema.
¿Como podemos establecer un equilibrio entre predicción y la parálisis que nos
producen las incertidumbres ante la decisión? No sirve jugar de adivinos en un
entorno que cada vez es más turbulento. Por eso, en estos tiempos, predecir con
los esquemas tradicionales, es un ejercicio cada vez más frustrante. Porque las
posibilidades de no acertar son mayores que las contrarias.
ESCENARIOS
MÚLTIPLES
Desde
los años 70 y definitivamente desde los 80, en lo referente a predicción,
hablamos más de escenarios múltiples, del cross impact, de la teoría de la
catástrofe, del system dynamic, del análisis del proceso jerárquico, etc.
Asumiendo esta realidad, los sistemas de dirección están evolucionando hacia la
comprensión de que el progreso depende de saber crear y desarrollar procesos
que protejan contra las contingencias. No se trata de aplicar simplemente la
regla de tres, como un reflejo mecánico de fórmulas o procedimientos
matemáticos aprendidos. Se trata de buscar puntos intermedios entre el
conductivismo de algunas técnicas y otros recursos más de acuerdo con la
realidad presente. Los sujetos de hoy, sometidos a un bombardeo continuo de
información, bajo muy diferentes formas (entre otras las encuestas) se
convierten en sujetos complejos. Es decir, piensan, perciben y actúan desde su
memoria “on line”, lo que significa un conjunto de posibilidades. Esto es
debido a que hoy la psicología considera a la memoria como un estado del sujeto
y no como un almacén cerrado y pasivo.
Las
encuestas, cuando se llevan a cabo con la frecuencia y la difusión con que se
han producido antes de las elecciones del 3-M, habría que considerarlas como
variables que afectan y son afectadas directamente a corto plazo, interactuando
en sucesivas retroalimentaciones. Removiliza a los movilizados y provoca nuevas
movilizaciones.
Una
encuesta puede que sea una verdad en un momento dado, pero deja de serlo
mientras se difunde. Es decir, nos encontramos ante la ciencia de las fuerzas
en interacción, siendo completamente indiferente que la naturaleza de dichas
fuerzas sea psíquica, biológica o física. La densa red de medios de
comunicación está produciendo no solo el anunciado fenómeno de la aldea global,
sino que al integrar a los individuos en torno a colectivos concernidos, los
transforma en seres humanos complejos. La psicología de los colectivos
concernidos está reconocida, hace años, como la propia de sistemas sociales
complejos y dinámicos.
EVOLUCIÓN
DEL CONOCIMIENTO
Todo
esto es el reflejo de la evolución del conocimiento desde una psicología del
individuo, hasta una psicología orientada a los sistemas complejos. El error ha
estado en no medir las posibles consecuencias de cada nuevo estado de opinión.
Quizá ha habido demasiado cálculo de probabilidades y poco enfoque de
elaboración de escenarios de futuros posibles. Probablemente tengan razón los
que dicen que este tipo de trabajos son frívolos, en la medida que no dejan
abierta ninguna puerta a la duda. Como sabemos por la mitología, además del
santuario de Delfos existían, en Grecia, otros oráculos a los que se podía
también consultar. El sofista Luciano se burló de está multiplicidad de
oráculos: “Apolo, gracias a la profesión complicada que ha escogido, tiene casi
rasgados los oídos por la multitud de importunos que acuden a pedirle
oráculos”. ¿Acaso se avecina la sustitución de los institutos de sondeo de
opinión por brujos y visionarios? O acaso sea, como siempre, el reflejo del
miedo a lo desconocido o a la libertad Me gustaría pensar que cuando los
individuos desmienten las predicciones basadas en encuestas, en aprecio de su libertad,
están dando pruebas de su soberanía.
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Madrid, 5 de junio de 2.013
Francisco J. Manso