sábado, 16 de noviembre de 2013

ASI ES EL VIENTO, ASI ES EL TIENTO....

Las nuevas realidades estratégicas a tener en cuenta en la gestión de empresas en tiempos de crisis.



La temporalidad del cambio técnico y el cambio social, están desajustadas, correspondiendo el ritmo rápido a la tecnología.

La nueva situación, debe estar basada en la tecnología del proceso y no en la tecnología del producto, lo que exige también, como acompañante, un nuevo modelo educativo, y un nuevo modelo de política económica.

Si la tesis del "cultural lag" es cierta, cabe afirmar que conforme aumente la novedad en una determinada tecnología y la radicalidad de los efectos derivables, mayores serán los cambios y las adaptaciones socio-culturales necesarias para aproximar virtualidad y realidad. La acelerada tasa de cambio y de obsolescencia técnica, obliga a adoptar permanentemente modos de conocimiento social, organizacional y estratégico, orientados a favorecer la coevolución de la organización y la tecnología

La creciente globalización de la economía a la que se asiste en la última década, con el consiguiente aumento de la competencia internacional, la elevada tasa de obsolescencia tecnológica, el acortamiento del ciclo de vida de los productos, y la fuerte segmentación de los mercados en los países más avanzados, hacen de la flexibilidad, la innovación permanente y la capacidad de reacción, condiciones del éxito, e incluso de la supervivencia de las empresas.

Un principio cardinal para la dirección empresarial del presente es la aplicación del llamado triángulo estratégico, consistente en la articulación de la estrategia, la estructura y las tecnologías de la información.

Poder mejorar los tiempos de desarrollo heredados de una época caracterizada por un mercado poco diferenciado, estable, basado en una estrategia productiva y de marketing de masas, sirviéndose de una tecnología rígida, implica, desde un punto de vista organizativo, modificar la empinada estructura jerárquica. La sustitución de esos modelos, por organizaciones más planas y menos compartimentadas, resulta hoy un imperativo para dotarse de la flexibilidad exigida por el nuevo entorno empresarial.

La tendencia observada en las empresas exitosas es hacia una mayor integración funcional y un menor número de niveles jerárquicos, rasgos que favorecen una mayor velocidad en el desarrollo del producto y una mayor capacidad de respuesta a mercados cambiantes. Por tanto, lo que hace falta son formulaciones estratégicas favorecedoras de la innovación, capaces de hacer frente a los múltiples problemas y riesgos derivados de acometer, a un tiempo, el cambio de las estructuras y culturas organizativas.

El nuevo método de creación de riqueza pasa por la producción de bienes de forma no masiva. La desmasificación del proceso productivo es importantisima. Los términos clave son segmentación y personalización del mercado. Para Toffler la revolución de la producción va en paralelo al de la distribución. El mercado es una colección de micro-mercados que conlleva a una micro-producción, porque el sistema social también se desmasifica. ¿Es esto un síntoma de que las organizaciones burocratizadas están pasando? ¿Acaso representa todo esto la iniciación de un desastre tecnológico?

Para Igor Ansoff, la actual crisis de la industria de tecnología avanzada ya se veía venir a mediados de los años 80's. Las empresas ya no compiten con tecnología, sino  que compiten en tecnología. En muchos casos, el único factor competitivo de la empresa es la tecnología y tratan de conseguirla al precio que sea. Esta desenfrenada carrera tecnológica origina un desastre económico al reducir, más y más, el ciclo de vida tecnológica de los productos, imposibilitando, de hecho, la recuperación de las inversiones realizadas.

Ansoff advirtió, hace años, que las empresas de alta tecnología no debían olvidarse de las restantes áreas de la actividad industrial, como el marketing, la producción, las finanzas, etc., y recordaba que el objetivo de toda empresa ha de ser la rentabilidad.

En resumen, en el ámbito de la organización del trabajo, se ha producido ya el tránsito del modelo de la revolución industrial, basado en el control de costes y la especialización, al modelo actual, basado en la capacidad de innovar. La diversificación de productos suscitada por el desarrollo tecnológico, ha desbordado la simetría anterior.En sustitución de la moral burocrática y la especialización, la norma hora debería ser, la innovación, la formación permanente, los horarios flexibles, el recurso a la experiencia y la creatividad del capital humano.

Con ocasión de la actual crisis económica se pone en evidencia, el olvido de que nuestro universo económico esta afectado por el concepto de evolución. Es decir, por los problemas derivados de la relación entre crecimiento económico y cambio estructural, conocidos como dinámica económica (Schumpeter).

¿No nos estaremos equivocando si pretendemos restablecer el equilibrio en base a una simetría superada? Siempre ha habido paro tecnológico, pero puede que el desajuste entre cambio tecnológico y cambio social está ahora manifestándose en una situación de claro desequilibrio entre los nuevos procesos productivos de la oferta, por un lado, y el consumo, por otro.

El cambio más radical ha sido el de el abandono de las leyes deterministas para describir la naturaleza. A escala atómica solo nos es posible hablar de probabilidad. La ciencia, que hasta ahora se había esforzado en descubrir elementos estables, esquemas generales, globales, a los que se pudieran aplicar definiciones axiomáticas inmutables, ha encontrado en nuestros días que lo único que hay en todos los campos es tiempo, acontecimientos y fenómenos en evolución, que destruyen la cómoda simetría.

Cuando el precio bajo y la mercancía determinaban la cuota de mercado, las empresas triunfaban haciendo que los productos no se diferenciasen, concentrando sus energías en la minimización de los costes de producción. Pero cuando la turbulencia es alta y la innovación de los productos es frecuente, el éxito descansa en la diferenciación de la producción y en un marketing agresivo. Por tanto, la adhesión a una estrategia simple de producción conduce a una pérdida de posicionamiento competitivo.

Pues bien, ante esta situación lo importante es admitir la realidad del entorno. Lo contrario equivaldría a generar un orden a expensas del entorno. Cuando se buscaba la constancia también se buscaba la simetría, aunque quizás se olvidaba que una de las características naturales de la evolución es que tiende a destruirla. Por lo tanto, uno de los desafíos actuales es el de investigar el mecanismo que es capaz de generar leyes de orden a partir del desorden, del caos. Lo que también parece indicarnos que las crisis no solo son negativas, sino que resultan necesarias, a veces imprescindibles, para generar un orden nuevo que antes no existía.

La aceptación de la desmasificación del proceso productivo que se está produciendo, es importantisima. Ahora el mercado tiende a ser una colección de micromercados que conlleva una microproducción, y como consecuencia a una desmasificación social.

Por tanto, las deseconomías de escala generadas por la diversidad, habrá que neutralizarlas con la automatización y los cambios radicales de la organización.

Al mundo de la economía también la afecta el tiempo, los acontecimientos y los fenómenos en evolución, como al resto de los campos del conocimiento y la actividad humana. No es de ahora que Schumpeter hablase de la dinámica económica al enfrentarse a los problemas de las relaciones entre el crecimiento económico y el cambio estructural, el papel estratégico del empresario, la importancia de la microeconomía, las transformaciones de la economía. La respuesta a este enfoque, no precisamente nuevo, es el de la conceptualización de la crisis, como mal necesario para recuperar la vitalidad. ¿Cual es la estrategia posible ante esta situación? Quizá lo más sensato sea hacerle caso a Karl Popper, asumiendo el caos del tiempo que nos toca vivir y el cambio que esto genera; es decir, el realismo.

La pirámide, como representación tradicional de la estructura jerárquica de la empresa, cada vez más, va tomando forma achatada e incluso plana; ya que existe la tendencia de gestionar la empresa como un portafolio de negocios (las antes citadas unidades de negocio o sub). De ahí la importancia de entender cómo operan las unidades independientes, con el fin de lograr que se produzca la transferencia tecnológica de una parte a otra de la red de negocios, de modo que cada parte apoye a la otra, en el logro de los objetivos.

Los cambios tecnológicos vienen poniendo en evidencia la importancia del trabajo mental frente al trabajo físico, del que cada vez se va apreciando un peso relativamente decreciente. De ahí que, cada día más, para el triunfo en los negocios, el disponer de una fuerza laboral con un adecuado nivel educacional e intelectual, se ha convertido en un prerrequisito.

La evolución desde empresas orientadas a lo operativo, donde las funciones individuales configuraban la organización, hacia unidades de negocio como un sistema total, obliga a importantes esfuerzos de coordinacin. De ahí la apreciación del desarrollo de capacidades de trabajo en equipo, en el perfil de los nuevos directivos. Los programas de desarrollo de directivos en las Escuelas de Negocios, deben reforzar la sensibilidad hacia la lealtad y el sentimiento de trabajo en equipo.

Los beneficios estarán bien vistos, solo si se obtienen respetando al hombre y a la moral. Es decir, los beneficios estarán bien vistos según donde se obtienen y cómo se obtienen.

Madrid, noviembre de 2013

Francisco J. Manso Coronado